domingo, agosto 17, 2008

El mezcal
se me agolpa
en los dedos,
en la sangre.
Me lleva a pensar
en mis amores,
en los de ella,
en esos dolores
que dan
en lugares del alma
inaccesibles a los vendajes.
¿Qué tan diferentes
podemos ser?
Apenas un poco.
Nos acompañamos,
de lejos,
porque así tiene que ser.
Silencio
aderezado por canciones.
No me atrevo a compartirlas,
son mías, no tiene que saberlas.
Silencio.
Silencio.
Apuro otro trago,
la esencia me arde,
me obliga
a decir cosas
que no vale la pena mencionar.